Con las dos niñas a la zaga y acompañados por la señora del OSE, subimos en la ciudad de Valence a bordo de un destartalado autobús con destino a los montes de los Cévennes.

Valence
Abril de 1943. Valence-St Peray-Cévennes.

El autobús cruzó el gran puente sobre el río Ródano, entró a St. Peray al otro lado y de inmediato nos encontramos con un control de policía militar. Nosotros estábamos en los últimos asientos en el autobús así que los soldados en uniformes negros—de los muy odiosos Milices—inspeccionaban las identidades de los pasajeros. Aunque, por pereza, no llegaron hasta la parte trasera del autobús.

Sin duda que éste no era el primer viaje en estos lugares por nuestra acompañante, y es probable que ella planeó de ponerse con los niños a su cargo en la parte trasera del autobús para evitar que tuviéramos que mostrar nuestras identificaciones con cédulas tan mal hechas.

El autobús continuó por una subida empinada hacía estos montes, un país salvaje de cabras, de castañas y de zarzamora—el famoso "maquis" el cual dio su nombre a los clandestinos—los "Maquisards"—que estuvieron en una guerra continua contra los alemanes y contra los de la Gestapo francesa—la Milice—así que estos raramente vinieron a molestar o a buscarlos en estos montes salvajes.

Parecería que los hermanos Moritz—mejor dicho, los hermanos Mauricet—pudieron empezar a respirar de manera más tranquilita; estando fuera del alcance de estos matones con ninguna otra que hacer si no de cazar a estos niños por la única razón de que estaban respirando el mismo aire que los demás en este planeta Tierra.