Vernoux
Plaza de la Iglesia, Vernoux, (Ardèche)



El autobús serpenteó por una carretera empinada zigzagueando con innumerables curvas y recortes hasta que, después de un viaje con mucho miedo, poco a poco llegamos por fin al pueblecito de Vernoux-en-Vivarais. La llegada diaria de esta única conexión con el mundo exterior, de la grande ciudad de Valence, era un evento mayor en este pueblecito en cima de estos montes; una gran parte de la población estaba aquí, en la plaza mayor, esperando y mirando a los recién llegados.

Un par de campesinos vinieron a charlar con nuestra acompañante, dándole la mano y dándonos la impresión que se conocían. Ella pretendió ser asistente social cuidando a los niños que eran pupilos bajo tutela estatal. Al cabo de poco tiempo, André Aubert, uno de los dos campesinos—que eran hermanos—nos pidió, a Ernest y a mí, de seguirlo; las dos niñas se marcharon con el otro, un molinero.