as medidas anti-judías en Francia se iban incrementando en la segunda mitad del año 1942; la palabra "Juif"—judeo—fue estampada sobre las cédulas de identidad y los certificados de vivienda—sin los cuales uno no podía comprar algo que comer.
Decidieron también que, ya que los niños judíos presentaban una amenaza a la pureza racial de la sangre aria de los alemanes, estos niños también debían ser eliminados (en este año 1942 era similar al concepto de "sangre pura" de los Ibéricos del año 1492—exactamente 450 años, casi al día, más tarde. Demás está decir "nihil novum sub sole"—nada nuevo desde entonces bajo el sol). El jefe de la Policía de Marsella, el puerto de salida, inventó un montón de razones haciendo que solamente unas pocas de las visas de salida fueran usadas a pesar de que más de mil visas de entrada a Estados Unidos habían sido obtenidas. Al poco tiempo, en Noviembre 1942, en vista de la invasión de Noráfrica por las Fuerzas Aliadas, no era posible obtener ni a una sola visa de salida y los alemanes decidieren ocupar la totalidad de Francia. Los niños de la OSE que se encontraron en Marsella fueron, en primer lugar, detenidos aunque los liberaron después.
Ernest seguía estando muy débil y enfermo; lo habían puesto en cuarentena en la torre del castillo porque, a pesar de sus varias otras enfermedades, tenía paperas; en su situación privilegiada, tenía acceso a mejor comida y, siendo el hermano de primera que era—y sigue siendo—raspaba la manteca del pan tostado, lo ponía en un pedazo de papel y me los enviaba desde su torre. Nosotros como pilluelos robábamos unas papas del campo y, como yo había visto hacer a un campesino en Becherbach, hicimos un fuego para tostar las papas que comimos con la manteca del compañero, buen amigo y hermano Ernest. Ni uno de nosotros jamás olvidó este altruismo.