sta tranquila vida rural fue interrumpida por "la última de las últimas," la que era cierta de ser la ultima—la Gran Guerra de 14–18; los hermanos Moritz sirvieron a su patria en las Fuerzas Armadas del "Kaiser."
Uno fue Jakob, en la Fuerza Aérea, nuestro padre Ludwig, en Comunicaciones. Nuestro padre fue condecorado con "la Cruz de Hierro II por el valor demostrado frente al enemigo" en Galitzia y con la Medalla del Valor del País de Baden por sus acciones en el frente occidental. Otros dos hermanos, Alfred y Albert, sirvieron en la Infantería. Este último fue gravemente herido mientras que Alfred, de 26 años, cayó en el "Campo de Honor." Su nombre figuró en el monumento a los caídos, con los de sus compañeros de armas.
A finales de 1919, un grupúsculo nacionalista, el "Partido de los Trabajadores Alemanes," reclutó a un austriaco, Adolf Hitler, un orador fuera de lo común. Hitler reclutó a otros extremistas como el y entre ellos elaboraron y pusieron en juego un grandioso programa de 25 puntos, el cual incluía "la solución al problema judío." A instancias de Hitler se cambio el nombre del grupo en "Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes," el NSDAP, el partido Nazi. En el año 1942 los nuevos dueños, utilizando su poder absoluto, borraron el nombre de Alfred Moritz del monumento a los caídos en la plaza del pueblecito erigiéndose en poseedores absolutos de la verdad.
Después de haber perdido la guerra, los poderes locales edificaron un nuevo monumento el cual colocaron en el cementerio protestante, aunque los católicos y los judíos allí inscritos no eran de los suyos. Parecería que el monje maldito, Martín Lutero, tuvo su conversión, con carácter póstumo y sin el visto bueno del interesado. Buena cosa que sus hermanos y hermanas, y su madre, nuestra abuela Regina, no hayan vivido para ver esta ignominia.