Alfred Mauricet—ex Moritz—hasta ahora considerado católico, tenía los sobrenombres de "Refred" o "Ricet;" su hermanito Ernest Mauricet tenía el sobrenombre de "Renesse."

La viuda Aubert, nuestra guardiana, vivió una existencia miserable con muchos apuros en un ranchito en los montes aislados de los Montes Cevenas. El único dinero que recibía cada mes eran los pagos del OSE para cuidarnos—la pobreza de esta región siendo instrumental en salvar vidas. Además de guardar mi rebaño de cabras en los bosques, me prestó a otro campesino vecino para ayudar con la cosecha de papas.

Alone
Solos en el mundo.

Dormía allí en el establo bajo el suelo sobre un poco de paja como lo habían siempre hecho mis compañeros, los mozos de labranza; estos peones, siendo huérfanos, habían estado bajo la tutela del Estado y lo más pronto posible se iban para buscar una forma de libertad, en el Ejército. Es así que por casualidad los guardias del Campo de Concentración "Les Milles" a donde había estado Papá, era guardado por la Compañía 156 de "Ardèche;" sin duda que algunos de estos campesinos no entendían de lo que se quejaban a ellos por la falta de colchones, a ellos que no habían conocida tal lujo en sus vidas.
El campesino me pagaba cada vez con un saco de papas—una muy bienvenida adición a nuestro usual pan negro de castañas empapado en leche salteada de cabra.

Aunque analfabeta, la bruja anciana tenía un catecismo que Refred, buscando siempre algo que leer o estudiar, aprendió de memoria mientras que estaba cuidando las dos vacas y las cabras. De este modo yo vine a ser el mejor estudiante de la clase de catecismo en la impresionante Iglesia de Vernoux después de haber dejado la religión protestante. Aprendimos que existía, en esta maravillosa creencia, un salvador el cual proclamaba un evangelio de amor—un descubrimiento más que sorprendente para un niño de 13 años de edad, el cual se dijo a si mismo que, si esto es amor cuando ellos quieren matarme, es buena cosa que no predican el odio.

Los judíos simplemente no existían en estos montes y habrían sido considerados como curiosidades ya que los que habían antes fueron exterminados antaño hasta la última alma en la Edad Media y su existencia se mencionaba solamente una vez al año, en el curso de la Misa de Pascuas.