Con su bicicleta de servicio, el Guarda Civil del pueblo vecino de Hundsbach vino a buscar a Papá para acompañarlo a pie a la cárcel de Kirn, una distancia de alrededor de 10 km.

Sin perder nada de su orgullo o, mejor dicho, arrogancia, Papá encargó a su chofer usual, el vecino Heinrich Urban, de conducir a los dos allí y de regresar con el policía para que el pudiera recuperar su bicicleta.

Los prisioneros no tenían nada de comer pero esto se arregló una vez que el encargado había recibido unas propinas y las esposas podían traer comidas de vez en cuando.

Father, before Dachau
Papá antes de Dachau

Father, after Dachau
Papá después de
su salida de Dachau




Después de un par de días en esta cárcel, Papá fue trasladado al Campo de Dachau a donde el orgulloso Ludwig David Moritz se quedó durante alrededor de un mes hasta que sus bienes—incluyendo la casa familiar—había sido vendida a un miembro del partido y hasta que había obtenido un permiso de salida y de entrada al Gran-Ducado de Luxemburgo.

Salió de Dachau como un esqueleto y nunca hablo de sus experiencias en este infierno aunque había guardado su dignidad. Estaba apenado por su Patria, antes tan civilizada.